Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe 
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LAS TORRES

De aquella primera etapa de la construcción, nunca se encontró plano alguno. Únicamente se contaba con dos bocetos: uno de la fachada y otro supuestamente de la cúpula. Pero la cúpula es un elemento extraño al gótico. Esto dio lugar a mucho quebradero de cabeza porque las instituciones gubernamentales encargadas del patrimonio nacional siempre nos dijeron que debería seguirse el proyecto del inicio. 

El diálogo con las autoridades marchaba penosamente. El Patronato insistía en que no era posible la construcción de una cúpula donde debería ser una aguja. Contra viento y marea iniciamos la construcción de esta última. Cerca de dos años duró su edificación. Cuando finalmente se terminó, recibimos más de alguna indicación que alguna de las instituciones gubernamentales estaba dispuesta a destruirla (algo que nosotros siempre juzgamos impensable). 


Desde que se cerró la bóveda central, en el transepto, ésta se dejó con más altura para que sirviera de desplante a la aguja. Es decir, desde finales de 1996 se empezó ese trabajo; el 20 de septiembre de 1997 se inicia la construcción de la estructura del cono de la aguja. En julio de 1998 se inicia el trabajo de poner las frondas grandes alrededor de la aguja; finalmente, en diciembre de 1998 se termina la aguja, dejando para un futuro próximo la colocación de las gárgolas.

La altura de la aguja es de 64 metros. 


Tan sólo los estudios previos para la construcción de las torres realmente eran desalentadores. En ese tiempo, costaban casi los 250,000.00 pesos mexicanos. Sin embargo, el gabinete del Dr. Urzúa, en Guadalajara, siempre estuvo dispuesto a considerar la naturaleza de esta obra, que dependía y depende para su construcción de la ayuda de los fieles. 

Los primeros trabajos para el desplante de las galerías sobre las que iría la torre sur se iniciaron en noviembre de 1977. Fueron trabajos de demolición de unos arbotantes que se pusieron allí, sin tener en cuenta que estorbarían cuando se pusiera el desplante de la torre. Se tuvo también que demoler un túnel que obstaculizaba el trabajo. Todo esto llevó meses. Al mismo tiempo se continuaba trabajando en otras áreas del templo, tales como los frontispicios, las puertas, los vitrales, el presbiterio y otros puntos más.


A la demolición siguió un trabajo de perforación para poner los anclajes que sujetarían las trabes de la galería y de la torre. De esta forma la parte nueva quedaría bien amarrada con la antigua. 


Este punto de cómo quedaría la parte nueva sobre la antigua fue objeto de preocupación para muchos. La razón era muy clara. Entre la parte nueva y la antigua se abre una gran diferencia porque son dos métodos muy diferentes de construir. Hace un siglo no se conocía el cemento. La construcción antigua evitaba la rigidez que ahora tiene el cemento, era, por lo mismo, más elástica, más “voluble” ante movimientos telúricos y cosas semejantes. 


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En varias ocasiones escuchamos a personas expertas en el arte de construir esa preocupación; en varias ocasiones nos enteramos que de algunas instituciones venían peritos a observar. Pero también en varias ocasiones escuchamos la afirmación de que lo que se nos había sugerido por parte del gabinete técnico, había sido un acierto. No se preveía problema alguno por ese capítulo. 

Cuando finalmente se terminó la aguja, ésta exigió que las torres tuvieran el mismo terminado y nos facilitó el que tuvieran más esbeltez. De hecho la altura de las torres es de 107 mts. contra 92 del proyecto inicial. 


El siguiente gran paso en la construcción de la torre sur, fue el colado. Era algo sorprendente constatar los trompos que llegaban con el cemento. Fue llamado “colado histórico” pues nunca, en una obra, el mismo día, se había empleado tal cantidad de vehículos para cubrir esa necesidad. Fueron 105 mts. cúbicos de concreto. Cuando veíamos las toneladas de varilla que se empleaban, ¡realmente sentíamos que era demasiado! Pero en todo hemos seguido las especificaciones que se nos han hecho de parte de los peritos en diseño estructural.

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El primer cuerpo de esa parte de las torres está constituido por dos galerías. Se trata de recintos que el día de mañana podrán ser utilizados para varias finalidades: biblioteca de estudios superiores, museo religioso, archivo del Santuario, hasta un estudio se podría montar en esa sección. 

Cuando crecimos 18 mts. sobre la parte antigua que tiene 20, es decir cuando la altura de la construcción había alcanzado los 38 mts. nos cambiamos a la torre norte. De esa forma evitamos que pueda haber algún problema por sobrepeso en un lado. 

A este nivel de la construcción, no hemos tenido dato alguno para pensar que se esté generando asentamiento alguno. Más aún, se nos ha sugerido de la parte técnica que usemos un concreto más ligero para evitar algún posible problema el día de mañana. Así lo hemos estado haciendo. El cálculo que se nos dio por parte del Ing. Manuel Limón de Guadalajara, fue que si el volumen de la base de las columnas que sostendrían las torres era de 13 mts cúbicos, cada metro podría sostener 40 toneladas. Esto daba por resultado que cada columna podría sostener hasta 520 tons. Siendo cuatro columnas la cantidad de peso se nos va hasta 2080 tons. en cada torre; hasta 4160 en las dos. 


Las dos torres, una vez que se asomen a la vista y crezcan más de 30 mts, sobre las galerías, llevarán un cono de PTR, que a su vez, estará cubierto de cobre, del mismo estilo que la aguja. La altura que se logrará será impresionante. 

Una ayuda muy significativa, en cuanto a la construcción de las torres, la hemos recibido de SICARTSA. De hecho toda la varilla de las torres ha venido de esta empresa, como un donativo al Santuario. Nuestra gratitud a la generosidad del Sr. Ing. Sergio Villarreal y a su familia. Calculamos alrededor de 300 toneladas de varilla, de diversas medidas. 

Después de varios años de trabajo, la primera torre se terminó en octubre de 2007. Cuando algunas personas veían tan lejos la terminación, me decían que sin duda iban a morir antes de que la inconclusa se concluyera, yo les decía, en tono de broma que no se preocuparan, que todo se veía más hermoso desde las alturas, desde Dios. 

Una forma de sensibilizar a las personas y de invitarlas a colaborar, fue la exposición de algunas piedras que se necesitaban para el último tramo de cantera, justo abajo de los conos. El precio de alguna de las piedras era de $800.00, otras de $500.00. Sobre todo muchas personas que venían de fuera de Zamora, sentían un gusto grande poder participar en la construcción y regalaban una o más piedras.

El Gobierno del Estado nos ayudó en esa parte última con la cantidad de $ 4’200,000.00 (cuatro millones doscientos mil pesos). 


La parte más alta, la cruz, alcanza más de 106.033 mts. de altura, 107.033 con el pararrayos. Fue donada esa parte por la Sra. Esther Navarro de Ventura, mientras que la de torre norte, por la Sra. Ma. Del Carmen Gutiérrez. 

Lo que todo mundo esperaba ver era cuando se subieran los conos forrados de cobre y con las frondas ya puestas. Se pensó en un helicóptero, en grúas que vinieran desde la ciudad de México para realizar esa labor. Sin embargo, no pudimos hacerlo pues los costos estaban muy por encima de nuestras fuerzas. Una empresa de grúas nos cobraba 105,000.00 dólares. 

Tomamos el camino más largo pero el más seguro. Los conos, de 25.00 mts de altura que se exhibían junto a la entrada principal, se desarmaron y se fueron subiendo poco a poco. Arriba se volvieron a armar. No fue fácil pues no había de dónde apoyarse sobre todo cuando se llegó a poner el último tramo, el de la cruz. Con la parte de la cruz, el cono alcanza los 37.50 mts. La altura total era ya de 106.033 mts. y con el pararrayo, 107.033 mts. 

Todo mundo nos quedamos asombrados de ver cómo esta obra se ha ido construyendo con métodos artesanales, exactamente al estilo antiguo, como cuando se construían las catedrales góticas de la Edad Media. 

Tal vez esta parte fue la más peligrosa. Afortunadamente no tuvimos nada que lamentar. En todos los 20 años de trabajo que se han empleado en la terminación, nunca hubo un accidente fatal.

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Las dos torres están forradas de cobre. Calibre 24, lámina de .50x1.50 mts. En varias ocasiones y con anticipación, estuvimos invitando a las personas a que nos regalaran todo tipo de objetos de cobre para poder fundirlos y obtener la cantidad de kilos que se requería. Ya en Noviembre de 2004, tres años antes de que se necesitara, compramos en la ciudad de México 60 rollos de cobre, que daba un total de 3,500 kgs. En esa primera ocasión, el kilo costaba $58.00. Pero fue insuficiente. Cuando ya se puso el cobre sobre la torre norte, tuvimos que adquirir otros 5,000 kilos. En esta etapa, los fieles fueron invitados a regalar un kilo de cobre a $100.00 por persona o por familia. Afortunadamente se tuvo una buena colaboración. El precio de cobre había aumentado considerablemente y ahora nos costaba $118.00 kg. 

Si en otros momentos ha habido riesgos para el trabajador, por la altura a que se estaba trabajando, lo más difícil fue precisamente en las torres. Todavía recuerdo el día en que ponían la cruz y pegado a ella, el pararrayos. Ver la figura pequeña de uno de los trabajadores, casi desprotegido a una altura de 105 mts. tratando de poner el pararrayos, era realmente escalofriante. A su alrededor no había ninguna protección, sólo el vacío, su valor y fortaleza. A José de Jesús Barboza y al Maestro de la obra, Vicente Sánchez, nuestra admiración por haber asumido ese riesgo. 

El 27 de agosto del 2008, quedó terminada la torre norte.